Estoy echando algunas cosas de menos en el intenso debate que estamos teniendo sobre las funciones y organización de la CEF. Por supuesto el funcionamiento y las cuestiones organizativas son claves para sacar el partido adelante, pero para mí es importante que tengamos una dirección que seguir, algo que sustente el proyecto y que a la vez, se proyecte hacia fuera.
Yo no quiero una CEF que únicamente sea vista y valorada por sus labores de gestión, quiero una CEF y dos coportavoces que sean capaces de liderar una manera de trabajar y de hacer política, y que trasmitan una actitud y un convencimiento que sean nuestra tarjeta de presentación. No quiero una organización muy eficiente y vacía de contenido. Quiero un partido con alma.
Un alma tejida de ilusión. Primero desde dentro, ilusionándonos nosotras mismas por ser parte del cambio y por todo lo que tenemos que aportar; y segundo ser capaces de trasmitirlo hacia fuera. No quiero un proyecto pesimista ni derrotista; ni me gustaría movilizar por la desesperación y la frustración. El EQUO que me imagino trasmite ilusión en sus propuestas y por su manera cercana y amable de hacer política. Y digo amable, que no blanda. La ilusión viene de la firmeza, de la dureza de la crítica y del convencimiento (y el ejemplo) de que las cosas se pueden hacer de otra manera.
Quiero que el alma de EQUO mire con orgullo hacia atrás, y valore lo que hemos conseguido en estos tres años como partido. Pero que no pierda la humildad al pensar en quienes somos. Tenemos un alma grande en un cuerpo chiquito que tiene que hacerse hueco a base de altura política y habilidad para reivindicar su contribución, muy necesaria, al momento político que estamos viviendo. La humildad, no está reñida con la ambición: desde lo que somos tenemos que aspirar a crecer, a ilusionar y a convencer a la mayoría social.
Y por supuesto un alma verde. Cuando en Junio de 2011 leí el manifiesto de EQUO “Es el Momento”, sentí que por fin alguien ofrecía una respuesta completa a todas mis inquietudes y preocupaciones. Me cuadraba la manera en la que se hilaba y exponía la relación entre crisis económica, social y ambiental y la necesidad de repensar completamente el modelo para garantizar la justicia social y ambiental, hoy y mañana. Sólo meses después, cuando ya era militante y activista en EQUO aprendí que esa manera que yo tenía de ver las cosas se llamaba Ecología Política.
La grandeza de la Ecología Política es que acoge y recoge cualquier tipo de preocupación o reto que pueda surgir en nuestra sociedad. Y ofrece, además, una respuesta coherente con los derechos de las personas y del medio ambiente a todas las demandas y problemas derivados de la crisis de civilización en la que nos hallamos. Así pues, los derechos, el cambio climático, la pobreza, la regeneración democrática, la creación de empleo, la igualdad de la mujer, los derechos de los animales, el estado de bienestar, el modelo energético, la biodiversidad y muchos más, tienen cabida y son parte de las propuestas de la Ecología Política.
EQUO es un partido hecho de personas, cada una con sus intereses, su experiencia, sus afinidades y sus preferencias a la hora de trabajar más o menos intensamente por uno de los múltiples problemas a los que la política debería dar respuesta y no la está dando. La diversidad entendida como riqueza es una de los pilares del pensamiento verde: respetar, defender y valorar las diferentes líneas de trabajo que ofrece la Ecología Política para cambiar el modelo nos fortalece y nos enriquece.
El debate por lo tanto es estratégico, no ideológico: qué queremos comunicar, cómo queremos posicionarnos para llegar, primero, a esa gran masa social que piensa en clave de Ecología Política y no lo sabe; y en segundo lugar a la mayoría social, que sufre las consecuencias de un sistema devorador de recursos naturales y personas, y que sigue creyendo que la cuestión ambiental está reñida con sus derechos.
Asi que con ilusión, sintiéndonos orgullosos de dónde venimos y lo que hemos conseguido, con humildad pero siendo ambiciosos en nuestros objetivos, definamos nuestra estrategia y nuestro modelo de partido para conseguir eso por lo que estamos todas aquí: para cambiar las cosas desde el poder institucional.
Y por supuesto, disfrutando en el camino: “Si no puedo bailar, no es mi revolución” (Emma Goodman)