Pues ya está, toca hacerlo público: presento mi candidatura a ser miembro de la Comisión Ejecutiva Federal y coportavoz de EQUO. El como me siento ahora es un intenso compendio de todas las impresiones, emociones y reflexiones que me han traído hasta aquí. Ha sido un proceso complejo y emocionante de asimilación, empoderamiento, evaluación, preparación y sobre todo de reflexión, personal y política.
En lo personal he tenido que evaluar no sólo como yo me sentía ante la responsabilidad, sino también lo que supondría en la gestión de mi vida personal, sobre todo como cuidadora principal de mis dos hijos. Pero hay una parte de la reflexión personal, que no deja de ser política. Y es una cuestión que siempre he puesto sobre la mesa cuando he sido candidata (Autonómicas de Euskadi y Europeas): el ser mujer y no tener experiencia política previa. Me dicen por aquí, mis amigos de Ibaiondo, que 3 años de militancia ya empiezan a ser experiencia. Y tienen razón, pero en mi imaginario y lo que se ve día a día en la política, es que los puestos a los que yo me presento suelen ser ocupados por personas, hombres casi siempre, de larga e intensa trayectoria en el partido, lo que no es mi caso al menos a nivel federal.
Esto ha sido por diversas razones (dos ellas con nombre y apellidos que tienen ahora 6 y 4 años), pero creo que esto no debe ser ni inconveniente ni autolimitación. Creo que tengo vivencias y experiencias en otros ámbitos, profesionales y personales que suplen sin problema la breve trayectoria política. Creo que la política no es ni más complicada ni más especial que la mayoría de los espacios sociales en los que nos movemos, y deberíamos pensar si ese aura de actividad específica y especial no le ha sido dada con un interés evidente.
El ser mujer ha condicionado desde el principio mi participación en política. Por una parte como madre ha limitado mi disponibilidad (que os voy a contar del patriarcado que no sepáis), y por otra mis actos y “pasos al frente” siempre han tenido una motivación de visibilizar y hacer presentes a las mujeres en la política. Es lo que tiene la paridad, que a algunas nos ha servido de acicate para participar, y además con el ánimo de no ser un número, sino ser parte activa de lo que tocara. Y esta guerra es parte de lo que me traigo a este proceso y marca mi decisión de presentarme a la coportavocía: dejarme la piel por intentar que EQUO tenga un referente femenino interno y externo. Sé que hay muchos obstáculos en el camino, veremos en que medida soy capaz de lograrlo y si el panaroma político de la izquierda tiene hueco para una mujer feminista y ecologista, pero allá voy. Y lo que puede ser visto como ambición, no es sino parte de mi lucha y de mi contribución para cambiar la política y las políticas.
Reflexión política decía dos parráfos más arriba. Y es que el esfuerzo personal que me supondrá ejercer de coportavoz en el caso de ser elegida me ha exigido volver a mis valores y convincciones políticas, a las más profundas, y confrontarlas con el proyecto político del que formo parte. He querido tener claro lo que quiero y cómo lo quiero, primero por coherencia personal, pero también porque me parecía imprescindible presentar una candidatura con un proyecto político propio. Porque a las personas no debemos elegirlas por su foto, sus motivaciones, lo bien que hablan o lo bien que escriben, sino por su proyecto político. Presentarme bien a la CEF o a la coportavocía sin explicar claramente el partido que quiero, me parecería un poco frívolo, o incompleto, o no del todo honesto. Vamos, que me voy a mojar.
Empecemos por lo más orgánico, por el funcionamiento mismo del partido. He decidido presentarme a la CEF, porque independientemente de los resultados de la elección de la coportavocía, hay mucho trabajo por hacer, y además de apetecerme, creo que puedo aportar mucho. En este sentido, creo que el funcionamiento interno de la CEF mejoraría si cada persona integrante asumiera una responsabilidad concreta (temática o estratégica), lo que además facilitaría la organización del trabajo, asi como la rendición de cuentas y la valoración de cada miembro y de la CEF en su conjunto. En mi caso, hay dos áreas estratégicas que personalmente me gustaría potenciar e involucrarme: la participación de las mujeres y las relaciones con el PVE.
También creo que hay que seguir trabajando para mejorar la transparencia en los procesos. Para ello se necesita una militancia vigilante, que no beligerante. Las personas que integren la CEF deben sentir por un lado la confianza de quien les ha apoyado, pero por otro también las expectativas de un trabajo riguroso y transparente. Y sin embargo, reinvindico el derecho de las personas que ocupen los cargos federales a cometer errores (sobre todo en nuestras circunstancias mayoritariamente de voluntariado), así como su obligación de escuchar y aceptar las críticas cuando estas sean fundadas, respetuosas y constructivas. Aceptar el disenso y otros puntos de vista, por muy contrarios y opuestos que sean a los nuestros, es la mayor prueba de confianza que podemos y debemos darle a una persona con la que compartimos militancia, y por lo tanto lucha.
Y para más adelante dejo el EQUO que quiero, por dentro y para fuera.
Rosa, mucho éxito en tu proyecto y mucha fuerza para mantener esta integridad y entereza que posees. Te leo y, de verdad, que me emociono y deseo, como mujer y como ciudadana, que tu gran ejemplo se repita hasta calarnos los huesos. Gracias por compartir en este espacio tu proceso, tus reflexiones, tu proyecto…
Muchas gracias por tus palabras Maider, no aspiro a ser ejemplo, solo a ser consecuente con lo que pienso. Y compartir es crecer, siempre. Un abrazo