Etiqueta -equo

Del activismo social al activismo político

unverdecuadradoConclusiones de la ponencia presentada en la VI Universidad Verde de Verano de la Fundación Equo.

Video (a partir min 46) – Documento completo – Presentación

En el contexto actual de exigencia de regeneración democrática, no debemos menospreciar la mejora de la calidad democrática, entendida como un incremento de oportunidades para la participación política. Y sin duda ésta debe tener en cuenta el incremento de la participación política de las mujeres mediante nuevos canales, mecanismos y condiciones de participación en los que el género / educación y limitaciones impuestas por la sociedad patriarcal no tenga tanto peso e influencia a la hora de decidir libremente la participación política.

Los partidos políticos tienen una gran responsabilidad en este objetivo, ya que como herramientas de acceso a cargos institucionales son los que tienen la llave para ayudar a romper ese “techo de cristal” que las mujeres encontramos también en política.

Los movimientos ciudadanos que se están surgiendo aparecen como espacios alternativos a los partidos políticos como canal de acceso a la representación institucional, siendo el espacio natural de confluencia entre activismo social/local y activismo político. Desde el punto de vista de las mujeres, esto cobra especial relevancia, ya que puede ser el canal ideal para fomentar y animar a las mujeres activistas en movimientos sociales y organizaciones locales a dar el paso a la política institucional en su pueblo o ciudad.

Que los movimientos ciudadanos deben ser, por supuesto, espacios paritarios no lo duda nadie, pero deben dar un paso más porque las mujeres no somos números a rellenar en una lista. Tienen que asegurar que se recoge la experiencia en política no institucional de las mujeres y que estas son parte activa y visible de los movimientos: queremos moviemientos ciudadanos liderados por mujeres. En este sentido que Ada Colau e Inés Sabanés sean una de las cabezas más visibles y mediáticas de Guanyem Barcelona y Ganemos Madrid, no sólo es un excelente ejemplo y un modelo impagable de liderazgo de mujeres en política local, sino también de confluencia natural del activismo social y política institucional.

Sin embargo, hay que hacer un trabajo de base y sistemático que haga de estos nuevos espacios de participación politicos lugares amables para las mujeres, en los que no encuentren los tradicionales impedimentos y condicionantes que o bien limitan su participación o bien la desmotivan. En este sentido, hay tres acciones claras que deberían llevarse a cabo en los moviemientos ciudadanos de confluencia, y por supuesto en cualquier organización política (institucional, social o de base):

  1. Asegurar un funcionamiento abierto, horizontal y transparente. Ha quedado en evidencia que la participación de las mujeres es mayor en este tipo de espacios en los que además, prima la cooperación por encima de la competitividad. Está por ver el impacto de las nuevas forma de hacer política en el acceso al poder político de las mujeres: a) si la paridad obligatoria, se traduce en liderazgos compartidos y figuras femeninas fuertes no sólo dentro del colectivo sino como referentes externos mediáticos y de opinión; y b) si la configuración de la listas por primarias supondrá un incremento del número de cabezas de lista mujeres, lo que dependerá en gran medida de la primera premisa

  2. Definir unas nuevas formas de participación en debates y asambleas que aseguren que se escucha la voz de las mujeres. Esto implicaría entre otros aspectos: moderación y turnos de palabra, límites de tiempo, respetando los tiempos de cada cual, priorizar grupos pequeños y dináminas participativas frente a los debates abiertos, etc. En este punto debemos de concienciarnos personal y grupalmente de la necesidad de ir hacia formas de participación más abiertas e inclusivas. Siendo conscientes de que hay que dejar “espacio”, lo que implica una gran dosis de generosidad y de compromiso real con la democracia y la igualdad real.

  3. Diseñar y llevar a cabo estrategias concretas, que no solo fomenten la participación de las mujeres dentro de los movimientos ciudadanos, sino que ayuden a las mujeres a empoderarse y a asumir puestos de responsabilidad y visiblidad pública. Este aspecto es clave. Los aspectos organizacionales y formales ayudan e influyen a cambiar los problemas estructurales, pero se necesita algo más para cambiar las cosas e invertir una tendencia que se modifica poco a poco, y en todo caso demasiado despacio para lo que supone en términos de igualdad. Se trata de promocionar la participación de la mujer, y por supuesto de mantenerla, pero sobre todo de crear liderazgos femeninos que sirvan de modelo a otras mujeres, que rompan estereotipos (más mujeres diferentes, más modelos) y que poco a poco traigan un cambio en la manera de hacer política.

Por último, queda hacer un llamamiento al empoderamiento personal de todas y cada una de las mujeres que participamos en política, bien como activistas sociales o de base, o activistas políticas. A pesar de las circunstancias, no podemos esperar a que los partidos politicos, los espacios de confluencia o los instrumentos de participación institucional se conformen de manera que las mujeres nos sintamos cómodas y motivadas en la participación activa y en la asunción de liderazgos.

Tenemos que dar un paso al frente, reclamar el espacio que durante siglos socialmente se nos ha negado. Tenemos que aprender a querer el poder1, a desearlo, a quitarnos el pudor y luchar por él, porque para eso militamos en un partido político: para llegar a puestos de decision desde donde influir y cambiar las cosas y para que se oiga nuestra voz en las instituciones.

Pero aún a riesgo de repetirme, debemos tener en cuenta que el empoderamiento de las mujeres, sin un apoyo explícito de la organización en la que militen, no es suficiente. Y si queremos merecer el adjetivo feminista en EQUO, tenemos que apoyar a las mujeres que estén dispuestas a dar un paso y a las que no, para que puedan darlo si lo desean. Y debemos hacerlo internamente como organización, pero también asegurar, sin ningun tipo de excusa, esta perspectiva de género, en los movimientos ciudadanos locales en los que participemos.

1Durante el turno de preguntas se cuestionó el sentido de la palabra poder tal y como aparece aquí utilizado. Jean François Caron, alcalde de Loos-en-Gohelle por el partido Europe Écologie–Les Vert matizó la diferencia entre el “poder de” y el “poder sobre”. Indudablemente aquí hablamos del “poder de” influir, cambiar las cosas, tener un impacto en la política.

La identidad mueve el mundo

Green-is-the-New-Red-41430163939A raíz de reflexionar conjuntamente con Florent Marcellesi sobre las iniciativas ciudadanas municipales (Diario Público 04/07/2014), algunas ideas se han quedado aferradas a mi cabeza enlazando con uno de mis temas favoritos de reflexión: la identidad y la memoria (no en vano llevo trabajando con estos conceptos 4 años en diferentes proyectos de educación).

La motivación y la participación en cualquier proyecto colectivo pasa por una identificación individual con los objetivos comunes: o los siento como míos, o no me involucro en luchar por ellos. En esa palabra tan compleja y tan manida, que es la identidad, está la clave. Las principales iniciativas ciudadanas que están surgiendo en toda la geografía se están construyendo entorno a dos identidades: la local y la política.

La local es una de las identidades colectivas que las personas sentimos como más fuertes (por encima de la regional y la nacional) y es clave en la acción política. La mayoría de las personas se movilizan por causas inmediatas en su entorno. Guanyem lo plantea claramente “nos han robado Barcelona, y queremos recuperarla”. Es un objetivo que muchas personas sentirán como suyo y al que priorizarán por encima de otros objetivos de políticos, personales o de grupo. El caracter local, creo que es clave, y se me hace difícil imaginar este tipo de iniciativas a nivel autónomico. Pienso en “Ganemos Castilla y León” por ejemplo, o “Ganemos Euskadi”, y creo que por razones obvias y distintas no funcionarían de la misma manera.

El segundo ingrediente identitario, es por supuesto el político. “No cabemos todos” decía Ada Colau. Se busca la unidad y la identidad en la diferencia y la oposición al otro: los recortes y la corrupción. El hecho de que no se posicionen en ninguno de los espacios políticos tradicionales de nuestro país es desde mi punto de vista una de sus fortalezas como movimiento ciudadano. Construyen su identidad en el futuro y no en la tradición ni la memoria política.

Y esto es positivo, pues se busca afrontar nuevos retos desde nuevas identidades. Los partidos políticos en España, tanto de derechas, izquierdas y los nacionalistas, están atrapados en su propia memoria histórica y política. Justifican su hoy y su mañana por lo que han sido y lo que han defendido: en la dictadura, en la transición o en las últimas décadas. Es cierto, que para legitimar una identidad es necesario el pasado, pero no debe condicionar el futuro. Y desde luego, en todos los partidos tradicionales e históricos estatales o autónomicos el peso de la tradición hace poco o nada creibles sus propuestas de futuro.

Quiero pararme en dos partidos nuevos que se encuentran en diferente situación respecto a la memoria y la identidad política: Podemos y EQUO (¿qué sorpresa, no?) Podemos ha sabido jugar muy bien al juego de la identidad. Le ha hecho una operación de estética a la arraigadísima identidad anticapitalista y de lucha clases, adaptando el mensaje y las formas. Y además, ha incorporado elementos del siglo XXI que faciliten la identificación de las personas de hoy con esa ideología del XIX. Pero paradójicamente, además de venderse como novedad política, no dudan en legitimarse reinvicando ser parte de la lucha antifranquista, o sea reclamando parte de la memoria política histórica para sí (Pablo Iglesias 05/02/2014 – Min 1)

EQUO sin embargo, además de ser un partido político nuevo está creando un espacio político que no existe en España. La ecología, lo verde, no se considera una identidad política. La memoria política de los partidos verdes es prácticamente inexistente o desconocida. El que hecho de no haber estado presentes en los referentes más fuertes de nuestra memoria política, la dictadura y la transición, pesa demasiado en el imaginario colectivo. Pero los verdes sí estuvieron, pero no como partido.

Cuando oigo a un compañero de 70 años contar las palizas que le daban en la comisaría de Bilbao en los años 70, me doy cuenta, no sin cierta rabia, que esa memoria nos es negada desde el punto de vista colectivo. Nuestras memorias individuales de lucha política y de activismo social no cuentan para legitimarnos identitariamente en el espacio político colectivo. Carecemos de referentes de peso, que ayuden a que la gente nos perciba como una etiqueta política y no como una etiqueta social.

Por eso, que movimientos políticos como las iniciativas ciudadanas consigan movilizar e ilusionar a tanta gente con una identidad política diferente a las tradicionales me hace pensar que hay cosas que se están moviendo. La ciudadanía empieza a buscar su identidad en el presente y en el futuro y no en un pasado más o menos lejano, que no está dando respuesta a sus necesidades.

Y en este contexto de búsqueda de nuevas identidades, lo que era una debilidad (no ser parte de la memoria política de este país) puede ser una ventaja si conseguimos lograr trasmitir la identidad verde: Nuestro objetivo son las personas, y trabajamos por ellas teniendo en cuenta siempre, y en cada una de nuestras propuestas el medio ambiente y la democracia participativa. Importa el a dónde vamos, no de dónde venimos.

La identidad mueve el mundo, porque todas y cada una de las identidades de un individuo están en el origen de su motivación y sus esfuerzos. Sólo por eso, merece la pena que nos paremos a pensar como construir una identidad política verde potente que haga que nuestros objetivos de justicia social y ambiental sean objetivos colectivos prioritarios en nuestra sociedad.

Emociones europeas

ep_electionsCreo que la lectura (y escritura!) compulsiva de análisis y opiniones sobre los resultados de las elecciones está siendo una ocupación común dentro del entorno de Equo. En un ciclo que se retroalimenta, y que puede durar, no sólo hasta que esté todo dicho (aunque…¿cuándo ha parado eso una bola de opinión?) sino como mínimo hasta agosto, que nos vayamos todos de vacaciones. Y aún y todo, con las tablets y portátiles nos veo en el chiringuito legalizado por la Ley de Costas de Cañete dándole aún vueltas al tema.

No me mal interpreten, no me lo tomo a guasa. Intento poner en perspectiva el masivo lanzamiento de datos, porcentajes, hipótesis, teorías, afirmaciones y hasta vaticinios que acompañan a cualquier análisis digno de llamarse así. Y de lo que estoy leyendo, sobre todo lo escrito por Equo, me fijo especialmente en las emociones que los resultados nos han producido.

El objetivo era un eurodiputado y se ha conseguido. Esto es motivo suficiente para que muchas nos sintamos felices y con la sensación del deber cumplido. Sin embargo, el número y porcentaje de votos obtenidos, que en líneas generales no ha supuesto un aumento desde las generales de 2011 (incluso descenso en algunos territorios) nos produce también en paralelo cierta decepción y preocupación.

Es curioso como el logro de un objetivo marcado colectivamente sea capaz de provocar emociones contradictorias en un mismo grupo (¡y en una misma persona!). En un ejercicio de cinismo intelectual, podríamos divertirnos imaginando que aún mejorando considerablemente los resultados en todos los territorios, no hubiéramos conseguido representación. (Ni me molesto en hacer los cálculos matemáticos, es una simple entelequia especulativa, pongan ustedes las condiciones que consideren oportunas) ¿Se sentiría peor quien está contento con los resultados y sería más feliz quien se siente defraudado por el número de votos?

Dicen que la decepción va ligada a las expectativas. ¿Qué esperaba de estas elecciones cada una de las personas que formamos EQUO? ¿De verdad creíamos posible duplicar el número de votos a nivel estatal? ¿Soñábamos con un segundo eurodiputado? Cada una que se responda a sí misma, pero bien es cierto que cuando deseas algo con todas tus fuerzas, cuando dedicas tiempo y esfuerzo a hacer que funcione y cuando te involucras emocionalmente en ello, llega un punto en que el DESEAR algo y el CREER QUE VA A OCURRIR se confunden. En realidad no tienes indicios racionales para creerlo, pero lo deseas con tanta fuerza que lo conviertes en certeza (desde una oferta de trabajo a la persona amada) ¿Teníamos realmente motivos objetivos para preveer un aumento considerable de votos?

Cada una sabrá lo que tenía en la cabeza, aunque sí que es verdad que todo el trabajo hecho y las buenas sensaciones que nos llegaban de la campaña nos ha llevado quizá a pensar que íbamos a dar el salto. Si ha sido esto, quizá no hemos tenido en cuenta dos aspectos: el limitadísimo impacto cuantitativo de las mesas, charlas y actos varios en los que se ha basado principalmente nuestra campaña,  (además de la más que modesta presencia mediática); y la dificultad de transformar la simpatía en voto en dos semanas.

Y como no hay escrito sobre las elecciones que se precie sin mencionar a Podemos, pues ahí voy: Si nuestros propios resultados dan lugar a emociones divergentes, los de Podemos dan para cubrir todo el “emocionario”: asombro, alegría, decepción, ilusión, envidia, admiración, incomprensión, enfado, hostilidad, entusiasmo… creo que podemos encontrar un poco de todo y en diferente medida. Y me queda la duda de cómo hubieramos reaccionado emocionalmente cada una de las personas de EQUO, ante nuestros mismos resultados en un escenario con resultados menos abrumadores para Podemos. Otra entelequia para la reflexión.

Si he querido hablar de las emociones, es porque EQUO, y sobre todo esta campaña la hemos hecho las personas. Por encima de la racionalidad de datos y argumentos políticos, están las emociones que todo eso nos provoca. Poco podemos hacer con ellas salvo reconocerlas, intentar entenderlas y respetarlas. Hecho esto, pues entonces quizás estaremos en condiciones de analizar y evaluar los datos puramente políticos para extraer lo mejor de ellos para el futuro, en vez de usarlos para justificar nuestras propias emociones.

Y la segunda derivada, que nos obliga a hilar más fino: ¿cómo reacciono ante emociones opuestas a las mías generadas por los mismos resultados? ¿Siento desconfianza? ¿Soy capaz de empatizar? ¿Me aleja de esa persona?

Habrá a quien esto le parezca una chorrada. “Allá cuidaos”, que dice mi abuela.

 

Por fin, hablamos de la mujer

femninismPor fin hablamos de las mujeres en las Primarias de EQUO. Se ha debatido de muchos temas: democracia, energía, sector bancario, recortes sociales, política exterior, incluso de juventud. Pero nadie ha mencionado a las mujeres, hasta que hoy Florent Marcellesi reflexiona sobre Mujeres, Naturaleza e igualdad, y nos expone su opinión sobre los derechos reproductivos y sexuales.

Y es que estamos tan ocupadas cambiando el mundo, hablando de las grandes políticas, de alternativas, que nos olvidamos de que no hay cambio real sin igualdad real. Asumo mi responsabilidad como candidata, de no haber visibilizado y haber hecho presentes los problemas de los mujeres en los debates de la primera vuelta. Y me gustaría que todas las mujeres candidatas reflexionásemos conjuntamente sobre ello. A excepción de Carolina López, que abordó la cuestión de los cuidados y la militancia, el resto ¿Por qué no hemos hablado de nosotras? ¿Por qué se nos olvida nuestra lucha del día a día por ser consideradas como iguales en todos los ámbitos? ¿Por qué no hemos dado voz a esas mujeres que ni siquiera se plantean que la igualdad es un derecho fundamental no una concesión?

Si la dramática situación de la juventud en Europa merece nuestra atención y nuestro espacio en el debate, mucho más lo merecen las mujeres, ya que somos el 51% de la población en Europa. Hay que recordar que la mitad de la población en Europa, por el simple hecho de nacer mujer:

  • Es más pobre (las mujeres cobramos menos, tenemos empleos más precarios, somos mayoría en jornadas parciales, economía sumergida o simplemente nuestra tasa de desempleo es superior a la de los hombres).
  • Tiene más posibilidades de sufrir violencia (física, sexual o psicológica y con independencia de nuestra edad, lugar de residencia, clase social y educación)
  • Asume mayoritariamente los trabajos de cuidados y domésticos (de ascendientes y descendientes, por roles interiorizados, por presión social, por inercia, por ser mujer)
  • Tiene más díficil llegar a los ámbitos donde se toman las decisiones, en las empresas y las instituciones.
  • Se la valora por la imagen y la edad en mucha mayor medida que a los hombres (siendo esto un obstáculo para su desarrollo personal, social y laboral)
  • Su cuerpo es considerado un bien público que hay que regular y controlar (tanto en el sentido reproductivo como en el estético)

Y estas son sólo algunas de las cosas a las que las mujeres tenemos que dedicar mucha energía extra para sobrevivir. La vida y el sistema ya son de por sí duros, labrarse un presente y un futuro laboral cuesta mucho esfuerzo, el doble o el triple si hay que asumir el trabajo reproductivo, demostrar que somos personas y ganarnos el respeto; además cumplir con los cánones sociales de belleza y nuestro “destino” de ser madres. Reto a cualquier hombre a pararse a pensar en ello.

Primero la revolución, luego vuestros derechos” esta frase repetida desde la Revolución Francesa a compañeras de lucha en distintos momentos de la historia, muestra que no hay un orden cronológico en la resolución de la desigualdad de la mujer. Fracasaremos si nuestras propuestas no tienen en cuenta a la mujer y sus condicionantes sociales, culturales y económicos. Nuestros grandes planes de regeneración democrática, de transición ecológica de la economía, de hacer política para las personas no tienen sentido si no resuelven los problemas estructurales que hace de las mujeres ciudadanas de segunda.

Pero aquí estaremos las feministas, mal que les pese a algunos, para recordar que la mitad de la población tenemos problemas y limitaciones específicas; y que EQUO tiene que tenerlos en cuenta si de verdad quiere ser diferente. Y estaremos todas, las más y las menos activistas, las de unas corrientes y las de otras, las que teorizan sobre feminismo y las que sin más lo sentimos. Todas y todos los que sientan la lucha por la igualdad como suya deben integrar el feminismo en su discurso.

Esta es mi invitación, este es mi reto.

Y además, el optimismo

OptimismoCoincidencia o Equo-telepatía, el caso es que esta mañana me he despertado con un debate interno parecido al que ha planteado hoy Guillermo Rodríguez sobre qué debe tener preeminencia en el discurso político: la acción inmediata o el horizonte deseable. Usando sus palabras: ¿Impactar o reinventar? (en referencia a Florent Marcellesi).

Ni que decir tiene, que ambos verbos son complementarios e irrenunciables en la acción política, y que están conectados por la ideología: en nuestro caso, la ecología política define un horizonte que condiciona y valida las acciones inmediatas. No se llega al horizonte, sin pequeñas acciones; y las acciones de impacto en Europa no tendrán sentido para nuestro proyecto si no contribuyen a llegar al horizonte que pretende reinventar Europa.

Este trabalenguas de horizonte y acciones nos demuestra que podemos jugar dialécticamente hasta el infinito, y que volveríamos una y otra vez al mismo punto: un partido político sin proyecto a largo plazo no tiene futuro, y representates políticos que sistemáticamente sacrifican el día a día por abstracciones ideológicas son catastróficos para las personas.

Mi reflexión matutina, sin embargo, venía de la mano del optimismo. Hay una frase de Chomsky que lleva unos días conmigo: “El optimismo es una estrategia para hacer un futuro mejor. Porque si no crees que el futuro puede ser mejor, no parece que vayas a dar el paso de responsabilizarte de que así sea. Si asumes que no hay esperanza, garantizas que no habrá esperanza. Si asumes que hay un instinto por la libertad, hay oportunidad de cambiar las cosas, hay una oportunidad de que puedas contribuir a hacer un mundo mejor. Es tu elección”

Entiendo que quienes estamos en Equo somos optimistas: creemos en un futuro mejor, en que hay esperanza e instinto de libertad, y así hemos hecho nuestra elección. Mi preocupación es cómo contagiar este optimismo, cómo hacer ver a la gente que las posibilidades de cambio son reales y hacerles dar ese paso hacia la responsabilidad, primero individual y luego colectiva.

Desde el punto de vista de las elecciones europeas, le daba yo vueltas esta mañana a cómo hacer ver a la gente que nuestro proyecto de una Europa democrática, sostenible y para las personas (proyecto global, integrador y a largo plazo) es factible, realizable y posible. Y lo que se me vino a la cabeza fue trasmitir con la dignidad de las grandes decisiones estratégicas cada una de las pequeñas victorias que nuestrx eurodiputadx consiga en el Parlamento junto con el PVE: una frase que matice, un endurecimiento de condiciones, la visibilización de cierto problema… Y sin embargo, es necesario tener las cosas muy claras, tener bien orientada la brújula política para que ser consecuente con el horizonte al que aspiras y que tus votantes te han encargado defender.

La lista de aspectos y actos con los que un representante puede influir en la Política con mayúsculas es larga, pero también desconocida, imprevisible, ardua, y para que lo vamos a negar, muy poco glamourosa mediáticamente. En el caso de la política europea aún mucho más, debido al desconocimiento y la complejidad en la toma de decisiones en las instituciones europeas. No hay más que darse una vuelta por la equomunidad para ver lo que está costando traducir nuestros principios, nuestro horizonte, en propuestas concretas, en acciones dentro de las competencias europeas.

Pero nadie dijo que fuera fácil. El reto de nuestrx representante será lograr la máxima coherencia de sus acciones con nuestro horizonte dentro del marco europeo, nuestro reto como partido comunicarlo y trasmitirlo en cuatro ejes: el impacto, la ecología política, Europa y el optimismo. 

Cómo no, las personas

Esta entrada es un resumen mi contribución al acto colaborativo de presentación de candidaturas organizado por Equo Alava el 23 de Enero en Vitoria-Gasteiz. 

10336183-abstractas-personas-en-diferentes-situaciones-y-mapaDice una compañera que siempre hablo de las personas, de qué voy a hablar si no, pienso yo para mí. Leo a Iker Armentia reflexionar sobre las siguientes declaraciones de González-Pons “Una vez salvada la prima de riesgo, tenemos que dedicarnos a salvar a las personas”, y además de revolverme las tripas, me cuesta entender esa naturalidad de la clase política para deshumanizar y cosificar a las personas como otra parte más, de esta hacienda suya que regentan por mandato electoral irrevocable durante 4 años.

Se equivocan: las personas no somos un objeto más de administración, somos el único objeto de la política. Si cualquier aspecto de la acción política de un estado o administración no respeta y tiene en cuenta los derechos, las necesidades y la calidad de vida de las personas, deja de ser política y pasa a ser otra cosa.

Es difícil, hablar de una Europa de, por y para las personas en un contexto donde las decisiones de la Troika ha pasado como un rodillo sobre las personas. Y sin embargo, en las diferentes instituciones europeas encontramos áreas y líneas de trabajo, claramente en favor de las personas:

  • Lucha contra la pobreza: La Estrategia 2020 quiere una Europa inteligente, sostenible e inclusiva. El objetivo para 2020 es haber sacado de la pobreza a 20 millones de personas, para ello hay diferentes iniciativas desde dotación económica a través del Fondo Social Europeo como la coordinación de las políticas sociales y de inclusión de los estados miembros. El logro del objetivo es incierto, pero la importancia de poner en la agenda política la pobreza como problema y reto de Europa es muy relevante, en un contexto en el que todo vale a cambio de unos indicadores macroeconómicos, y que en nuestro entorno es un problema que no se aborda políticamente, porque no se reconoce políticamente.
  • Educación: La Estrategia Educación y Formación 2020 establece como objetivo de la educación el desarrollo personal, social y profesional de las personas. Es decir, no sólo somos potencial mano de obra. Además hace hincapié en la contribución de la educación a la cohesión social y a la ciudadanía activa. Ambos tienen una gran presencia en las políticas y estrategias de la UE, y se refieren precisamente a la capacidad de una sociedad de asegurar el bienestar de todos sus miembros y a la participación de las personas en la vida pública respetando los principios democráticos y los derechos humanos. Lo que en mi punto de vista, es por una parte poner el foco precisamente en las personas como objeto y sujeto de la vida política.
  • Igualdad de Género: Es uno de los principios fundacionales de la Comunidad Europea, teniendo en cuenta la fecha de la que estamos hablando (1957) hemos de considerar a Europa una pionera en este ámbito. Otro dato relevante es que Igualdad depende de la DG de Justicia, no de Asuntos Sociales como aquí estamos acostumbrados, lo que subraya el compromiso comunitario con la igualdad como un derecho fundamental. Aunque aún existen desigualdades la situación ha mejorado mucho en los 28 países gracias al trabajo hecho en la legislación, la introducción de la perspectiva de género en otras políticas y medidas específicas.

Sin embargo, el impacto es pequeño (o al menos no el deseable) y desde luego, no inmediato. En general, son áreas dentro de políticas subsidiarias, esto es que son competencia de los estados miembros, por lo que la UE, salvo que exista una voluntad política de los estados no puede imponerse. Aunque evidentemente todo este trabajo contribuye a la visibilización de ciertos temas, una influencia en las políticas y formas de hacer, nuevas líneas de trabajo, etc., los programas de financiación, no llegan a producir cambios estructurales. 

La clave está en definir los mecanismos necesarios para que la UE pueda hacer cumplir a los estados miembros los compromisos que adquieren voluntariamente. La cesión de soberanía de los estados a la UE no sólo es relevante en en las grandes políticas de estado, sino en otras muchas áreas que afectan directamente a la calidad de vida y derechos de las personas. Debemos, por tanto, buscar la manera de hacer valer y transferir los principios fundacionales de la UE (paz, solidaridad, igualdad, calidad de vida de las personas) a las políticas de los estados miembros. Y en este sentido, el Partido Verde Europeo trabaja desde el Parlamento Europeo precisamente por que las personas sean tenidas en cuenta en todas las políticas y estrategias europeas.

Y esta debería ser una prioridad de la persona que lleve la voz de Equo al Parlamento Europeo: poner las necesidades, derechos y calidad de vida por las personas en el punto del debate de cualquier iniciativa legislativa.