Coincidencia o Equo-telepatía, el caso es que esta mañana me he despertado con un debate interno parecido al que ha planteado hoy Guillermo Rodríguez sobre qué debe tener preeminencia en el discurso político: la acción inmediata o el horizonte deseable. Usando sus palabras: ¿Impactar o reinventar? (en referencia a Florent Marcellesi).
Ni que decir tiene, que ambos verbos son complementarios e irrenunciables en la acción política, y que están conectados por la ideología: en nuestro caso, la ecología política define un horizonte que condiciona y valida las acciones inmediatas. No se llega al horizonte, sin pequeñas acciones; y las acciones de impacto en Europa no tendrán sentido para nuestro proyecto si no contribuyen a llegar al horizonte que pretende reinventar Europa.
Este trabalenguas de horizonte y acciones nos demuestra que podemos jugar dialécticamente hasta el infinito, y que volveríamos una y otra vez al mismo punto: un partido político sin proyecto a largo plazo no tiene futuro, y representates políticos que sistemáticamente sacrifican el día a día por abstracciones ideológicas son catastróficos para las personas.
Mi reflexión matutina, sin embargo, venía de la mano del optimismo. Hay una frase de Chomsky que lleva unos días conmigo: “El optimismo es una estrategia para hacer un futuro mejor. Porque si no crees que el futuro puede ser mejor, no parece que vayas a dar el paso de responsabilizarte de que así sea. Si asumes que no hay esperanza, garantizas que no habrá esperanza. Si asumes que hay un instinto por la libertad, hay oportunidad de cambiar las cosas, hay una oportunidad de que puedas contribuir a hacer un mundo mejor. Es tu elección”
Entiendo que quienes estamos en Equo somos optimistas: creemos en un futuro mejor, en que hay esperanza e instinto de libertad, y así hemos hecho nuestra elección. Mi preocupación es cómo contagiar este optimismo, cómo hacer ver a la gente que las posibilidades de cambio son reales y hacerles dar ese paso hacia la responsabilidad, primero individual y luego colectiva.
Desde el punto de vista de las elecciones europeas, le daba yo vueltas esta mañana a cómo hacer ver a la gente que nuestro proyecto de una Europa democrática, sostenible y para las personas (proyecto global, integrador y a largo plazo) es factible, realizable y posible. Y lo que se me vino a la cabeza fue trasmitir con la dignidad de las grandes decisiones estratégicas cada una de las pequeñas victorias que nuestrx eurodiputadx consiga en el Parlamento junto con el PVE: una frase que matice, un endurecimiento de condiciones, la visibilización de cierto problema… Y sin embargo, es necesario tener las cosas muy claras, tener bien orientada la brújula política para que ser consecuente con el horizonte al que aspiras y que tus votantes te han encargado defender.
La lista de aspectos y actos con los que un representante puede influir en la Política con mayúsculas es larga, pero también desconocida, imprevisible, ardua, y para que lo vamos a negar, muy poco glamourosa mediáticamente. En el caso de la política europea aún mucho más, debido al desconocimiento y la complejidad en la toma de decisiones en las instituciones europeas. No hay más que darse una vuelta por la equomunidad para ver lo que está costando traducir nuestros principios, nuestro horizonte, en propuestas concretas, en acciones dentro de las competencias europeas.
Pero nadie dijo que fuera fácil. El reto de nuestrx representante será lograr la máxima coherencia de sus acciones con nuestro horizonte dentro del marco europeo, nuestro reto como partido comunicarlo y trasmitirlo en cuatro ejes: el impacto, la ecología política, Europa y el optimismo.