Me gusta pensar que soy parte del problema, porque eso me permite ser parte de la solución. No se trata de entonar la cantinela del “por mi culpa, por mi gran culpa”, si no de ver que es lo que podría hacer yo para corregir las cosas, y si resulta que puedo hacer algo, entonces soy en parte responsable del problema porque no lo estoy haciendo.
Llevamos años (sí, años ya, desde 2008 más o menos) señalando culpables de la crisis, Según de quien es la mano así apunta el dedo: Zapatero, los bancos, la clase política, la especulación financiera, las personas que han vivido por encima de sus posibilidades, la prima de riesgo, el estado del bienestar, la falta de productividad, el euro, etcétera, etcétera, etcétera.
Y nosotras, las personas de a pie, ¿qué hemos hecho para producir la crisis? Pues seguramente nada. ¿Qué hemos hecho para evitarla? Nada, tampoco. Luego somos parte del problema. Busquemos la solución. Esto lo han entendido a la perfección las miles de personas que salieron a la calle para pedir un nuevo proceso constituyente, esto es establecer unas nuevas reglas de juego. (Digo esto porque si has seguido la noticia por la prensa es más que probable que no te enterases de qué era lo que estaban pidiendo).
Si hasta ahora no hemos prestado atención a la vida política, hagámoslo ahora; si nunca hemos hecho saber nuestro descontento o disconformidad a la clase política digámoselo ahora; si no estamos de acuerdo con el marco institucional, pidamos cambiarlo; si hemos votado a los que lo han hecho mal durante décadas, DEJEMOS DE VOTARLES DE UNA VEZ.
Las cosas se pueden cambiar, pero no se cambian solas. Depende de ti, de mí, de todas las personas que así lo queremos. En Euskadi tenemos una oportunidad dentro de 3 semanas aprovechémosla.