#SumarConfluencia

Es de agradecer que el debate político no sea si tiene que haber unidad sí o no, sino de qué manera se puede presentar una alternativa política fuerte y transformadora que haga frente al bipartidismo (y al cambio tranquilo).

Una vez de acuerdo en lo imprescindible, que es la necesidad de sumar fuerzas y esfuerzos en las generales, queda por definir la fórmula más adecuada. ¿Pero adecuada para qué? En mi opinión no solo para sumar apoyos electorales, sino para construir una mayoría social y transformar la política con nuevas prácticas y procesos: tenemos que transformar la política y las políticas.

Y esa es la política que me interesa, la transformadora, la que va a la raíz del problema. No me cabe duda de que la presencia en las instituciones es necesaria para lograr esa transformación. Pero, si algo han demostrado las candidaturas y los procesos de confluencia es que se puede acceder a las instituciones transformando la forma de hacer política.

Se ha hecho política desde la cooperación, construyendo redes con la sociedad civil, creando nuevas formas de representación institucional y de participación efectiva. Pero también se ha apostado por liderazgos amables, honestos e inclusivos; de ilusión y de empoderamiento ciudadano.

Ha sido clave la manera, novedosa y sin precedentes, en las que el activismo social e institucional han construido un espacio común de colaboración en torno a lo que se ha llamado nueva política, que no viene a ser otra cosa que la democratización de las prácticas políticas. Esto es horizontalidad y transparencia en la forma de funcionar, que se traduce en decisiones asamblearias, primarias, paridad, código ético, etc.

Creo que la combinación de todos estos elementos es lo que ha provocado la ilusión y la participación ciudadana en las candidaturas de confluencia, algo que me parece fundamental para el cambio.

Sin embargo, las formas no son por sí solas transformadoras. Acceder al poder institucional es imprescindible, sí, pero ¿para qué?. Uno de los éxitos de las confluencias ha sido el construir un proyecto político entorno a una causa y no una casa común. La causa ha sido un nuevo modelo de ciudad consensuado, debatido y compartido. Se han planteado programas de gobierno municipalista que para nada son continuistas o reformistas. Todo lo contrario, son transformadores porque aspiran a cambiar las prioridades de las políticas municipales, desde los derechos de las personas y el respeto al medio ambiente.

Son mucho más que un paquete de medidas que mejoran el bienestar, impulsan la economía y luchan contra la corrupción. Hablamos de propuestas que además de conseguir todo lo anterior lo hacen sin contribuir a reproducir o alimentar los mecanismos de un sistema que genera desigualdad y que es profundamente antidemocrático.

Si aspiramos de verdad a que a política institucional contribuya a la transformación que se está gestando en iniciativas ciudadanas de todo tipo, la confluencia debe trabajar entorno a tres ejes irrenunciables:

  • Democracia participativa, porque las formas de hacer política deben reflejar los valores de la sociedad que queremos construir.
  • Ecología, porque en el siglo XXI la defensa de los derechos de las personas pasan por un acceso justo, democrático y sostenible a los recursos naturales.
  • Feminismo, porque los valores entorno al cuidado de la vida son lo opuesto a lo que hoy dirige nuestra sociedad.

Por eso la apuesta de EQUO es el modelo de confluencia que ha marcado la diferencia en Madrid, Barcelona, A Coruña o Zaragoza. Tanto la manera en que han construido la candidatura, como la forma de relacionarse y comunicarse con la ciudadanía y el contenido de sus programas es lo más transformador que se ha hecho en la política española en mucho tiempo. ¿Por qué no seguir construyendo desde la transformación en vez de simplemente apostar por el cambio?

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Rosa Martínez

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