Florent Marcellesi, futuro eurodiputado de EQUO – Primavera Europea, y Rosa Martínez, miembro de EQUO
Artículo publicado en Público (07/07/2104)
En nuestro país la política local ha replicado el modelo político existente a nivel nacional. En muchos casos, y especialmente en las grandes ciudades, la política local se ha alejado de la ciudadanía y de sus necesidades directas. Se ha apostado por inversiones millonarias en proyectos insostenibles y de poco o nulo valor social, poniendo el acento en los intereses económicos y no en sus habitantes. No es de extrañar por tanto, que sean Guanyem en Barcelona y Municipalia en Madrid las dos iniciativas ciudadanas municipalistas que estén abanderando el movimiento ciudadano para recuperar el protagonismo la política local y cambiarla profundamente.
Sin embargo, más allá de las pésimas políticas locales de los últimos años, Guanyem y Municipalia son hijas del momento de hartazgo político en el que vivimos. La indignación empieza a transformarse en acción con el 15M. El empoderamiento ciudadano y la toma de conciencia de la responsabilidad individual que cada uno tenemos en la transformación social han permitido que desde 2011 muchas personas canalicen su activismo político en movimientos ciudadanos de todo tipo (contra los desahucios, por un nuevo modelo energético, por una democracia real…), pero también en nuevos partidos políticos que apuestan por nuevas formas de hacer política (EQUO, Partido X, Podemos…).
Lo innovador de estas iniciativas ciudadanas de cara a las próximas elecciones locales es que nacen con el objetivo de hacer confluir la política ciudadana con la política institucional. En estos años hemos entendido que la acción y transformación desde abajo son imprescindibles para el cambio. De la misma manera, la negligencia e incompetencia de los poderes públicos ante la urgencia democrática, social y ecológica (así como su connivencia con el poder económico) nos ha demostrado que la presencia en política es igualmente irrenunciable. Es decir, necesitamos tener un pie en la calle y otro en las instituciones.
Por su parte, la ecología política debe alimentar estos movimientos ciudadanos. Entre otras cosas, puede ayudar a construir programas coherentes y alternativos, y que den soluciones completas, creíbles y a largo plazo a los retos sociales, democráticos y medioambientales. Integrar los tres aspectos en las políticas locales es clave para invertir en un modelo socio-económico que ponga a las personas en el centro, siempre respetando los límites del Planeta. La ecología política nos muestra que hay que pensar global y actuar local, que detrás de cada injusticia social hay una injusticia medioambiental, o que detrás de la crisis de régimen hay una crisis de civilización. No se trata de elegir entre unas u otras, sino que se pueden y se deben afrontar a la vez para que triunfe la dignidad y el buen vivir. Y además, debe hacerse con principios y mecanismos sencillos y directos de participación ciudadana, horizontalidad y transparencia.
En este sentido, la iniciativa Guanyem Barcelona está sabiendo articular muy bien su propuesta más allá de la indignación y de una simple reacción contra las políticas de recortes y neoliberales. Su manifiesto trasmite una visión en positivo e ilusionante del cambio que quiere. Además introduce transversal y acertadamente democracia, justicia y ecología lo que sin duda le da un contenido y una trascendencia política potente. Otro de sus aciertos es darle un papel protagonista a la ciudadanía más allá de la notoriedad pública y liderazgo colectivo de sus promotores. Por último, su proyección más allá del ámbito local la convierte en un estímulo y germen para otras iniciativas parecidas.
Dicho esto, estas iniciativas ciudadanas tienen grandes y apasionantes retos por delante. Principalmente tienen que articular la relación y cooperación entre sus tres tipos de integrantes: movimientos sociales, partidos políticos y personas sin adscripción a ninguna organización. De hecho hay tres ejes de coordinación: 1) entre movimientos sociales y partidos políticos; 2) entre los diferentes partidos políticos; y 3) entre movimientos/partidos y personas independientes. Las interrelaciones se cruzan y se superponen aumentando la complejidad del reto y condicionando los objetivos, funcionamiento y organización de las plataformas. De su correcta articulación, a su vez basada en una buena dosis de creatividad, humildad y generosidad, dependerá su éxito social y político.
En este sentido, será clave como se organicen las listas electorales. A estas alturas, nadie duda ya de que deben hacerse a través de primarias abiertas. Al mismo tiempo, tendrán que diseñarse de manera que la lista sea representativa de la diversidad que caracteriza a estas iniciativas ciudadanas: paridad, pluralidad ideológica, respeto de las minorías, equilibrio y relevo intergeneracional, etc. Y en este punto, no nos resistimos a recordar la responsabilidad que tienen estas iniciativas en asegurar que las mujeres, muy activas y presentes en los movimientos y organizaciones locales de base (asociaciones vecinales, AMPAs, voluntariado, etc.) participen y lideren también la construcción de esta nueva política institucional a la que se aspira.
La forma de articulación y de relación entre sus integrantes es lo que les va a permitir aglutinar más o menos apoyos en su constitución; pero su contenido y su forma de funcionar la que se los dará en las elecciones. Las iniciativas han de tener unos principios y causas comunes irrenunciables que deben ser asumidos por todas las partes. Nuestra apuesta: ecología política, equidad, democracia e igualdad de género. La transparencia en el funcionamiento de la plataforma hacia el exterior y horizontalidad efectiva en el funcionamiento interno deben ser prácticas generales. Sólo mostrando coherencia en el discurso y en las prácticas (tolerancia 0 con la corrupción, financiación transparente e independiente de los bancos, etc.) se puede regenerar confianza en la ciudadanía.
Creemos que con estas condiciones, las iniciativas ciudadanas municipalistas estarán dando respuesta a la demanda ciudadana de cooperación frente a las políticas neoliberales y de recortes. Pero además, lo hacen con el valor añadido de no ceñirse a los partidos políticos, sino que suman e integran a otras organizaciones sociales y lo que es más importante, a la ciudadanía. Y todo ello, cooperando por una causa común: ganar la política local para las personas.