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Importa nuestra voz, no nuestro aspecto

noviolar2Doy fe que una vez que te pones las gafas moradas no dejas de ver actitudes, hechos y comentarios patriarcales allá donde miras; y de la misma manera, puedo aseguraros que tras leer “El mito de la belleza” de Naomi Wolf, le das una segunda vuelta de tuerca a cualquier discusión sobre la imagen de la mujer. Hace unas semanas una parte de la sociedad puso el grito en el cielo (y con razón) porque la televisión pública incluyó un noticia sobre un taller para padres (parece que no para madres) sobre la ropa provocativa de las adolescentes. La mayor parte de las reacciones clamaban contra la ola de moralina conservadora, mogigata y rancia que nos inunda, que sin duda es parte de la bien orquestada ofensiva de este nuestro gobierno (me abstengo de ponerle un adjetivo) contra las conquistas feministas. Estoy de acuerdo en que es una barbaridad considerar el aspecto físico de las mujeres como un asunto de importancia pública, pero echo de menos otra lectura.

Primero por qué creemos que si una mujer lleva cierto tipo de ropa está provocando (intentando excitar el deseo sexual en alguien, según la RAE). Enseñar el sujetador con una camiseta de hombro descubierto es provocar, pero enseñar los calzoncillos con unos pantalones de cintura baja es simplemente una moda desaliñada. Pero, ¿qué podemos hacer si en esta sociedad sólo existe, porque sólo se manifiesta, el deseo sexual masculino?. A las mujeres nos enseñan a ser  objeto de deseo, y no a desear. Y muy a pesar de algunos, las mujeres tenemos deseo sexual.

Segundo, quién decide lo que provoca el deseo sexual y lo que no. Obviamente, es una opinión subjetiva: no importa qué tipo de ropa lleves, qué actitud tengas; si un hombre dice que le has provocado, esto es aceptado y admitido por la sociedad como algo irrefutable, y puede justificar casi cualquier comportamiento. En este sentido, si la seguridad de las mujeres depende de la opinión de los hombres, por favor dennos algo cuantificable a lo que atenernos (falda 20 cm., escote 8 cm…).

Tercero, ¿cómo pueden las adolescentes en particular, y las mujeres en general, superar o conciliar la contradicción de mensajes que les llegan desde la sociedad? Juegan desde muy pequeñas con muñecas hipersexualizadas (Barbies, Bratz, Monster High)y según van creciendo las revistas y la publicidad las bombardean imágenes en las que se identifica belleza con sensualidad. Pero así todo aún se espera de ellas que no enseñen demasiado y la promiscuidad y la búsqueda activa de relaciones sexuales están mal vistas.

Y finalmente, ¿por qué hacemos responsables a las mujeres de los comportamientos de los hombres? ¿por qué queremos enseñar a las mujeres a no provocar en vez de enseñar a los hombres a no sentir el aspecto de las mujeres como una provocación? Si la preocupación de la sociedad es la seguridad de las mujeres, creemos un mundo seguro para ellas, no las obliguemos a esconderse bajo un burka o bajo un jersey de cuello alto. Enseñemos a los niños, a los jóvenes y a los hombres que el cuerpo y la mente de una mujer le pertenecen sólo a ella, y que ninguna prenda de vestir, comportamiento o palabra justifica no sólo una agresión, sino cualquier falta de respeto.