Quédate con estas palabras: proceso constituyente. No sólo van a ocupar el centro del debate político en 2015, sino que es el único camino hacia la regeneración democrática.
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Las dichosas gafas violetas. O como he leido en alguna ocasión, esa “manía” que tenemos las feministas de contar mujeres allá donde vamos. Lo malo es que ahora ni siquiera hace falta ir a ningún sitio: puedes contar desde casa y a cualquier hora. Abres twitter, lees un par de periódicos y las cuentas siguen sin salir.
¿Dónde están las mujeres de la izquierda? Hacer recuento de la presencia pública de mujeres representando a los partidos de izquierdas en debates, reuniones, fotos o entrevistas en las últimas dos semanas está siendo además de deprimente, un duro baño de realidad “desigualitaria” que debería hacer que nos replantearamos muchas cosas, como personas y como organizaciones.
A raíz del 25M y la reinvidicación republicana se han multiplicado y generado multitud de espacios mediáticos conjuntos con Izquierda Unida, Podemos y Equo. Las imágenes que nos dejan no sólo hacen daño por el exceso de testosterna visual que desprenden, sino porque ponen en evidencia la ausencia total de mujeres con peso en todos y cada uno de los partidos. Hagamos un repaso.
- Izquierda Unida: No soy capaz de recordar el nombre de ninguna mujer dentro del aparato más consolidado. Dentro de las nuevas caras, ¿Tania Sánchez quizá? pero ni de lejos tiene el protagonismo mediático y político que se le da a Alberto Garzón por ejemplo (mención aparte merecen los bochornosos y patriarcales intentos de vincular su actividad política a su vida privada, por ejemplo el ABC)
- Podemos: Tres caras visibles, tres hombres omnipresentes en los medios de comunicación. Teresa Rodríguez, segunda en las listas europeas apenas tiene visibilidad ni peso en la organización del partido (¿tendrá que ver que es Anticapitalista?). Hace unos días he oido por primera vez el nombre de Carolina Bescansa, una de las firmas que registra Podemos.
- EQUO: La cara más visible es sin duda Juantxo López de Uralde. El liderazgo de Inés Sabanés es indiscutible en Madrid, pero tiene una visibilidad limitada fuera de la Comunidad. Tras la dimisión de Reyes Montiel, queda por ver como las mujeres de Equo, algunas muy activas y con peso en los territorios, gestionamos personal y colectivamente el desafío de no quedarnos fuera de estos nuevos tiempos políticos.
La paradoja es que estamos hablando de partidos que tienen asumidos los derechos de las mujeres y la lucha feminista en su programa, sus listas electorales son paritarias, y en el caso de Equo también todos sus órganos gestión. No voy a escribir sobre las razones sociales y culturales que interactuan e influyen en que por un lado las mujeres participemos menos en política, y que cuando lo hagamos tendamos a mantenernos (o a que nos mantengan) en un segundo plano. Asumo, que eso lo tenemos ya todas claro, y quien no, debería pensar en invertir un poco de tiempo en lectura feminista.
Pero también hay que preguntarse si la sociedad (y más concretamente el electorado y los simpatizantes de la izquierda) está dispuesta a aceptar a mujeres líderes. Hagamos un ejercicio de ciencia ficción crítica: ¿Estaríamos hoy hablando de Podemos si sus promotoras hubieran sido Paula, Juana Carlota e “Iñiga”? Si has dudado un instante la respuesta, por favor considera nuevamente dedicar algo de tiempo a lecturas feministas y a analizar la realidad desde la perspectiva de género. Por si necesitas un ejemplo: ¿por qué a Ada Colau, la única mujer con presencia mediática y liderazgo indiscutible dentro del cambio social que estamos viviendo, en una tertulia televisiva la descalifican llamándola “gordita” y a Pablo Iglesias “comunista bolivariano”? Razona tu respuesta.
Analizando las causas y razones de cada partido para explicar su situación, seguro que formalmente las encontramos razonables e irreprochables. Pero al igual que aceptamos que cuando el problema se replica mayoritariamente en individuos que comparten ciertas características, deja de ser personal para convertirse en político; debemos considerar que la ausencia de mujeres relevantes y con peso en los partidos de la izquierda es un problema estructural al que hay que dar respuesta.
Las mujeres que integramos estos partidos no podemos permitirnos quedarnos fuera de esta nueva realidad política que se está construyendo, tenemos que asumir nuestras propias responsabilidades en el cambio que queremos. Y los hombres…, pues deberían empezar a integrar la igualdad no sólo en sus relaciones personales con las mujeres, sino también en las políticas. A veces sus discursos y sus actos recuerdan mucho a aquella frase de Groucho Marx de “le dejaría mi silla, pero es que estoy sentado en ella”.
Insisto: no acuso, constato. Detrás de cada foto, debate, entrevista o acto, habrá unas circunstancias objetivas, pero al final, entre pitos y flautas, siempre sobran pitos.