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Imaginando la triste realidad

Hoy ha sido un día duro a la hora de conciliar mis roles de madre y candidata. La agenda de campaña no entiende de horas de cena infantiles, y la agenda de la red de apoyo familiar no entiende de política.

Esto me ha hecho reflexionar sobre las dificultades que tenemos la ciudadanía de a pie para participar activamente en la vida política. Empecemos por lo más obvio: los partidos políticos. A priori parece que no hay problema: no hay ninguna discriminación para afiliarse (bueno, para poner pasta, no suele haber problemas). ¿Y una vez dentro qué?

Pues yo me lo imagino de la siguiente manera: las posibilidades de acceder a puestos de responsabilidad, son directamente proporcionales a los años que lleves pegando carteles o currándote la protección de algún jerifaltillo local. Según tu apellido, las relaciones o la pasta que tengas, esta fase te la puedes saltar. Una vez dentro del meollo, nada de ideas propias y valores por los que luchar, hay unas directrices y consignas que vienen de arriba (a veces de tan arriba que vienen de fuera de la cúspide del partido: bancos, empresas, lobbies varios…) Y entonces, sólo entonces, si no has mordido la mano que apunta con su dedo el orden de las listas y tienes cierta valía (según tu apellido, las relaciones o la pasta que tengas, esto último no suele tenerse en cuenta) puedes tener la suerte de salir elegido representante de la ciudadanía y participar activamente en las instituciones.

Esto, repito, es como yo creo que funcionan la gran mayoría de partidos políticos. Si me equivoco, por favor que alguien me lo demuestre pero con hechos: elecciones primarias para conformar las listas electorales, independencia económica de bancos y empresas, debates internos abiertos a todas las personas afiliadas y simpatizantes, elaboración del programa abierta y colaborativa, organización horizontal y participativa…

Mi experiencia en Equo Euskadi ha sido bien distinta. Y como ejemplo, mi propio caso: madre de dos niños pequeños y profesional autónoma, sin experiencia política pero con ganas de participar y cambiar las cosas. ¿Qué partido en Euskadi me hubiera dejado ser cabeza de lista con estas credenciales? ¿Y qué partido hubiera dejado que dos de sus tres cabezas de lista tuvieran este perfil?

Desde aquí mi reconocimiento y agradecimiento a las personas de Equo Berdeak que han apostado por hacer las cosas de distinta manera, y que no sólo nos apoyan a Mónica Monteagudo y a mí como cabezas de lista, si no que nos animan y nos arropan en nuestra responsabilidad como madres y candidatas.

Treinta años no es nada

Uno de mis primeros recuerdos es oir en casa que mi padre estaba en el paro. Yo no tendría más de 3 años, y sin embargo esa frase la recuerdo alta y clara. Siendo un poco más mayor, recuerdo parados pidiendo de puerta en puerta, acordarse solidariamente de los parados en Navidad y en general de ser consciente de que el paro era algo grave que afectaba a mucha gente.

Luego llegó el dinero europeo. Nos dedicamos a asfaltar, hormigonar y alicatar todo aquello asfaltable, hormigonable y alicatable (y si no lo era se decretaba como tal). Nos modernizamos y crecimos, el bienestar mejoró, nos convertimos en una sociedad de consumo y ocio, y el desempleo dejó de convertirse en preocupación nacional, que no en un drama para las personas que lo sufrían.

Y henos aquí, treintaytantos años después, en el mismo punto: cifras de desempleo inasumibles dentro una crisis económica a la que no se ve salida. La lección parece clara, la creación de empleo, sea cual sea su naturaleza, no es garantía de futuro para nadie, ni para las personas ni para el país.

Los únicos puestos de trabajo que pueden asegurar nuestro presente, y el futuro de nuestros hijos e hijas, son los empleos verdes o eco-empleos: puestos de trabajo de calidad, socialmente responsables que contribuyan a cambiar nuestro modelo económico y energético, haciéndolo viable en el futuro sea cual sea la coyuntura económica, financiera y productiva del exterior. Sectores como la agricultura ecológica, las energías renovables, la movidlidad sostenible, los servicios sociales o la conservación de la biodiversidad, están en crecimiento y expansaión y ofrecen además grandes posibilidades de devolver el protagonismo a la economía local.

Es una cuestión de voluntad política: invertir en generar empleo con fecha de caducidad o apostar por un empleo sostenible y durable en el tiempo. Y tú eliges a quién ha de tomar la decisión. No lo olvides.

De personas y máquinas

Cuando hablo o debato sobre pacificación, convivencia o el nuevo marco político de Euskadi, a veces tengo la sensación de hablar con máquinas de respuestas programadas y clonadas, para propagar verdades universales e inefalibles, en vez de con personas con voluntad de escuchar para aprender y comprender. Dicho de otro de modo, echo de menos cierta apertura de mente en mis interlocutoras.

EQUO Euskadi ha partido de cero para debatir y consesuar su postura sobre el nuevo marco político, oyendo todo lo que las personas afiliadas y sus simpatizantes teníamos que decir al respecto. El resultado es, desde mi punto de vista, una propuesta innovadora e integradora, que costará digerir sin la debida amplitud de miras. Pienso especialmente en dos puntos: la construcción de un nuevo marco político basado en una ciudadanía multi-identitaria y no en identidades nacionales; y la formación de una mesa social y ciudadana de diálogo.

Entendemos que hay que abrir el proceso de construcción y debate a toda la ciudadanía y no limitarlo a los partidos políticos. En primer lugar, porque no representan a toda la sociedad, sólo a su porcentaje de votantes, y además porque muchas personas, y más en estos tiempos que corren, desconfían de ellos como organizaciones al servicio del bien general. Y en segundo lugar, sería un error, además de arrogante, pensar que sólo en los partidos políticos podemos encontrar personas válidas y preparadas para llevar a cabo un debate de tal trascendencia para toda la sociedad.

La legitimidad del resultado dependerá de cómo de activa y participativa sea la ciudadanía en todo el proceso,  más allá de la simple aceptación o rechazo del producto precocinado entre bambalinas políticas. En cuantas más voces sumemos, más posibilidades tendremos de dar respuesta los importantes retos económicos, sociales, ecológicos e identitarios que tendrá que afrontar Euskadi en los próximos años.

Llamadme ingenua, pero yo tengo fe las personas; no tanto en sus creaciones.

Depende de ti

Me gusta pensar que soy parte del problema, porque eso me permite ser parte de la solución.  No se trata de entonar la cantinela del “por mi culpa, por mi gran culpa”, si no de ver que es lo que podría hacer yo para corregir las cosas, y si resulta que puedo hacer algo, entonces soy en parte responsable del problema porque no lo estoy haciendo.

Llevamos años (sí, años ya, desde 2008 más o menos) señalando culpables  de la crisis, Según de quien es la mano así apunta el dedo: Zapatero, los bancos, la clase política, la especulación financiera, las personas que han vivido por encima de sus posibilidades, la prima de riesgo, el estado del bienestar, la falta de productividad, el euro, etcétera, etcétera, etcétera.

Y nosotras, las personas de a pie, ¿qué hemos hecho para producir la crisis? Pues seguramente nada. ¿Qué hemos hecho para evitarla? Nada, tampoco.  Luego somos parte del problema. Busquemos la solución. Esto lo han entendido a la perfección las miles de personas que salieron a la calle para pedir un nuevo proceso constituyente, esto es establecer unas nuevas reglas de juego. (Digo esto porque si has seguido la noticia por la prensa es más que probable que no te enterases de qué era lo que estaban pidiendo).

Si hasta ahora no hemos prestado atención a la vida política, hagámoslo ahora; si nunca hemos hecho saber nuestro descontento o disconformidad a la clase política digámoselo ahora; si no estamos de acuerdo con el marco institucional, pidamos cambiarlo; si hemos votado a los que lo han hecho mal durante décadas, DEJEMOS DE VOTARLES DE UNA VEZ.

Las cosas se pueden cambiar, pero no se cambian solas. Depende de ti, de mí, de todas las personas que así lo queremos. En Euskadi tenemos una oportunidad dentro de 3 semanas aprovechémosla.

How are things in Spain?

A pesar de todo el pesimismo que rodea la vida pública y política,  las energías y la ilusión de la gente de EQUO Euskadi, junto con convencimiento de que nuestras propuestas no sólo pueden servir, sino que son la única alternativa para salir de la crisis, me ayuda a afrontar la realidad con optimismo. En el fondo creo que no podemos ser tan idiotas como para no darnos cuenta de lo inviable de un modelo basado en el crecimiento.

Gracias a mi trabajo puedo charlar a menudo con gente de diferentes países europeos, y la situación de cada país es un tema recurrente. La semana pasada, ya en los postres, cuando me creía libre de tener que explicar lo mal que nos va aquí por el sur de Europa, el colega italiano lanza un: How are things in Spain?  (clarísima vendetta por los años que llevamos trabajando juntos y en los que él ha tenido que explicarnos la Italia de Berlusconi). Rápido repaso mental a los titulares de la semana: rescate-intervención-préstamo-hazloqueyotediga (¡buf!), Eurovegas (¡qué vergüenza!),  la manifestación de Cataluña (identidad, independentismo, explicarlo otra vez ¡no gracias!), los recortes, la reforma del código penal, la manipulación informativa, … “Cristiano Ronaldo está triste”. Ni sé de donde me salió, todo el mundo rió y cambiamos de tema.

Me quedé pensativa. Acababa de comprobar personalmente la efectividad del fútbol para evitar temas importantes. Me sentí triste. Realmente sentía vergüenza de tener que explicar a donde nos están llevando. Busqué dentro de mí, y encontré esperanza, y encontré más personas que cómo yo están convencidas de que estamos a tiempo. Me acordé de mi granito de arena, y de la gran playa que estamos construyendo en EQUO Euskadi.

Y me sentí mejor.

¿Por qué Equo?

Desde mis tiernos 18 hasta mis estupendos 36, mi voto mantuvo una relación estable con cierta formación política de cuyo nombre no quiero acordarme. Algún que otro escarceo creo recordar en autonómicas y europeas, pero por lo general y a pesar de que no me llenaba y ya no había ilusión, no sé si la rutina o un más-vale-lo-bueno-conocido-que-lo-bueno-por-conocer, el caso es que en el último momento mi voto no se atrevía a cambiar de papeleta.

Y llegó el flechazo. En Junio de 2011 mi voto y yo conocemos Equo. Leemos sus manifiestos, devoramos sus ideas y nos damos cuenta de que es el momento. Rompemos con el pasado y nos lanzamos en brazos de la ecología política, redescubriendo la pasión juvenil  por cambiar el mundo.

Seguro que hay alguna copla que dice algo parecido a “cuanto más te conozco más te quiero”, y es que la ilusión de los primeros momentos se van cimentando y convirtiendo en una emoción serena y racional, que cumple con mis expectativas y me hace sentir especial por ser parte de este gran proyecto.

Y si tengo que elegir, no sabría con qué quedarme…” dice la segunda estrofa. “Y no es lo que tienes, sino lo que eres” continua la canción. Las personas que forman Equo Euskadi; la forma de funcionar abierta, transparente y democrática; el respeto más absoluto por el Planeta y quienes formamos parte de él;  las propuestas realistas y serias para responder a la crisis y cambiar la sociedad; el optimismo y convencimiento de que otra forma de vivir es posible. Esto es Equo.

Mi consejo, atrévete a conocer Equo, para amistad o lo que surja…