La identidad mueve el mundo

Green-is-the-New-Red-41430163939A raíz de reflexionar conjuntamente con Florent Marcellesi sobre las iniciativas ciudadanas municipales (Diario Público 04/07/2014), algunas ideas se han quedado aferradas a mi cabeza enlazando con uno de mis temas favoritos de reflexión: la identidad y la memoria (no en vano llevo trabajando con estos conceptos 4 años en diferentes proyectos de educación).

La motivación y la participación en cualquier proyecto colectivo pasa por una identificación individual con los objetivos comunes: o los siento como míos, o no me involucro en luchar por ellos. En esa palabra tan compleja y tan manida, que es la identidad, está la clave. Las principales iniciativas ciudadanas que están surgiendo en toda la geografía se están construyendo entorno a dos identidades: la local y la política.

La local es una de las identidades colectivas que las personas sentimos como más fuertes (por encima de la regional y la nacional) y es clave en la acción política. La mayoría de las personas se movilizan por causas inmediatas en su entorno. Guanyem lo plantea claramente “nos han robado Barcelona, y queremos recuperarla”. Es un objetivo que muchas personas sentirán como suyo y al que priorizarán por encima de otros objetivos de políticos, personales o de grupo. El caracter local, creo que es clave, y se me hace difícil imaginar este tipo de iniciativas a nivel autónomico. Pienso en “Ganemos Castilla y León” por ejemplo, o “Ganemos Euskadi”, y creo que por razones obvias y distintas no funcionarían de la misma manera.

El segundo ingrediente identitario, es por supuesto el político. “No cabemos todos” decía Ada Colau. Se busca la unidad y la identidad en la diferencia y la oposición al otro: los recortes y la corrupción. El hecho de que no se posicionen en ninguno de los espacios políticos tradicionales de nuestro país es desde mi punto de vista una de sus fortalezas como movimiento ciudadano. Construyen su identidad en el futuro y no en la tradición ni la memoria política.

Y esto es positivo, pues se busca afrontar nuevos retos desde nuevas identidades. Los partidos políticos en España, tanto de derechas, izquierdas y los nacionalistas, están atrapados en su propia memoria histórica y política. Justifican su hoy y su mañana por lo que han sido y lo que han defendido: en la dictadura, en la transición o en las últimas décadas. Es cierto, que para legitimar una identidad es necesario el pasado, pero no debe condicionar el futuro. Y desde luego, en todos los partidos tradicionales e históricos estatales o autónomicos el peso de la tradición hace poco o nada creibles sus propuestas de futuro.

Quiero pararme en dos partidos nuevos que se encuentran en diferente situación respecto a la memoria y la identidad política: Podemos y EQUO (¿qué sorpresa, no?) Podemos ha sabido jugar muy bien al juego de la identidad. Le ha hecho una operación de estética a la arraigadísima identidad anticapitalista y de lucha clases, adaptando el mensaje y las formas. Y además, ha incorporado elementos del siglo XXI que faciliten la identificación de las personas de hoy con esa ideología del XIX. Pero paradójicamente, además de venderse como novedad política, no dudan en legitimarse reinvicando ser parte de la lucha antifranquista, o sea reclamando parte de la memoria política histórica para sí (Pablo Iglesias 05/02/2014 – Min 1)

EQUO sin embargo, además de ser un partido político nuevo está creando un espacio político que no existe en España. La ecología, lo verde, no se considera una identidad política. La memoria política de los partidos verdes es prácticamente inexistente o desconocida. El que hecho de no haber estado presentes en los referentes más fuertes de nuestra memoria política, la dictadura y la transición, pesa demasiado en el imaginario colectivo. Pero los verdes sí estuvieron, pero no como partido.

Cuando oigo a un compañero de 70 años contar las palizas que le daban en la comisaría de Bilbao en los años 70, me doy cuenta, no sin cierta rabia, que esa memoria nos es negada desde el punto de vista colectivo. Nuestras memorias individuales de lucha política y de activismo social no cuentan para legitimarnos identitariamente en el espacio político colectivo. Carecemos de referentes de peso, que ayuden a que la gente nos perciba como una etiqueta política y no como una etiqueta social.

Por eso, que movimientos políticos como las iniciativas ciudadanas consigan movilizar e ilusionar a tanta gente con una identidad política diferente a las tradicionales me hace pensar que hay cosas que se están moviendo. La ciudadanía empieza a buscar su identidad en el presente y en el futuro y no en un pasado más o menos lejano, que no está dando respuesta a sus necesidades.

Y en este contexto de búsqueda de nuevas identidades, lo que era una debilidad (no ser parte de la memoria política de este país) puede ser una ventaja si conseguimos lograr trasmitir la identidad verde: Nuestro objetivo son las personas, y trabajamos por ellas teniendo en cuenta siempre, y en cada una de nuestras propuestas el medio ambiente y la democracia participativa. Importa el a dónde vamos, no de dónde venimos.

La identidad mueve el mundo, porque todas y cada una de las identidades de un individuo están en el origen de su motivación y sus esfuerzos. Sólo por eso, merece la pena que nos paremos a pensar como construir una identidad política verde potente que haga que nuestros objetivos de justicia social y ambiental sean objetivos colectivos prioritarios en nuestra sociedad.

            

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Rosa Martínez

2 ComentariosDeja un comentario

  • Llevo un tiempo dando vueltas a este tema, y sobre todo en la línea de algo que comentas en tu entrada: la aparente falta de referentes en el colectivo ecologista. Están ahí, existen hitos y personas importantes en este movimiento, pero no conseguimos visibilizarlos. Incluso desde los grandes movimientos, partidos y divulgadores apenas se hace hincapié en recordar quiénes somos, de dónde venimos…
    Por poner un ejemplo, dices Marx, y todo el mundo sabe de quién hablamos. Dices Petra Kelly, Three Mile Island, o Gladys del Estal y… a alguien le suena de algo? Me refiero a la ciudadanía.
    Tenemos que empezar a difundir también esa historia pasada, esos referentes, crear en definitiva esa identidad ecologista como identidad política, activista, de luchas y victorias

  • Hola,

    Has tocado muchos temas y muy interesantes y voy a ver si puedo expresar brevemente algunas cosas que me vienen a la cabeza.

    Por un lado comentas lo importante del sentimiento local para plataformas como Guanyem, y dices que no te las imaginas a nivel autonómico. Quizá es que a nivel local puedes “desidelogozar” el mensaje más que a niveles mayores, pues te puedes centrar en lo tangible. La ordenación urbana, la recogida de basuras, la ayuda social, una ciudad sostenible…Son cosas menos polémicas a nivel ideológico que el posicionamiento sobre nuestra memoría histórica, la posición respecto a la unión europea, las privatizaciones, etc.
    De hecho creo que ha sido un grandísimo error de Ada Colau hablar de el derecho a decidir (nacional) como parte esencial de Guanyem. Esa cuestión es muy ideológica y divisiva y creo que como insista por ahí va a debilitar a la candidatura. Un municipio no tiene competencias para cosas como esas y fácilmente podría desligarse del debate y decir que su candidatura es integradora, que se dedica a cosas locales y que no entra en ese ámbito.

    Respecto a las identidades de EQUO y Podemos. Tengo la sensación de que ambos han jugado a algo que está muy de moda en esta época, que es el huir de las etiquetas tradicionales de izquierda y derecha clásica (en forma de trasveralismo u otra). Esta estrategia es lógica y más en un país como España donde las ideas políticas parecen heredarse de padres a hijos y llamarte “izquierdista” puede alejar a gente que piensa en un 90% de temas como tú pero que siente cierto resquemor por la etiqueta por cuestiones heredadas. Esto también lo hacen partidos como el Pirata o el Partido X.
    Tú me dirás que Podemos es claramente de izquierdas y es verdad, sin embargo ha transformado todos sus términos para intentar dar un mensaje transversal. El típico “esto es algo que no es ni de derechas ni de izquierdas, es de sentido común”, o “no es que sean de derechas, es que son unos golfos” es el ejemplo de esta desideologización del mensaje.

    Finalmente creo que el tema de la identidad colectiva es algo para un debate mucho más amplio. Vivimos en una época curiosa, venimos de un mundo posmodernista que nos ha inculcado una individualidad potente pero, a la vez y al calor de esta crisis, parece que nos estamos replegando en identidades colectivas que pueden ser buenas o no serlo. El “identitarismo” es algo potencialmente peligroso pero a la vez es algo imprescindible para articular alternativas al statu quo.
    Creo que debemos ser muy cuidadosos a la hora de crear identidades colectivas y que debemos basarlas siempre en unos fortísimos valores democráticos, de tolerancia al diferente y de respeto al área privada de los seres humanos. Esta es una de las cosas que me gusta de la izquierda verde que sabes que su compromiso con los derechos humanos y las libertades individuales está en su ADN y puedes confiar en ella en este aspecto.
    Combatir a la vez los identitarismos peligrosos (extrema derecha, nacionalismos, teocracias) y a la vez saber crear un proyecto colectivo para integrar a personas con sensibilidades diferentes es un reto precioso y muy difícil. Pero para eso estamos aquí ¿verdad?

    Saludos,

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